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¡Es la economía!

Más allá de lo que cada quien pueda pensar o decir, para la mayoría de la población ¿cuál es el principal problema que enfrenta El Salvador?


 

Casi 6 de cada 10 personas salvadoreñas dicen que es el problema económico, según la más reciente encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la UCA. En la última década nunca un porcentaje tan alto de la población había considerado el tema económico como el problema más grande del país. Alguien pudiera decir, que esto es porque el tema de inseguridad es el que ha bajado, sin embargo, eso no lo explica todo.

La misma encuesta señala que 4 de cada 10 personas en los últimos tres meses tuvo que pedir prestado para poder comprar comida o pagar los servicios básicos como agua o luz eléctrica. Además 9 de cada 10 personas indicó que su situación económica empeoró o siguió igual en los últimos tres meses.
 
Esto refleja un sonoro fracaso gubernamental en esta materia, que, si bien una parte es explicada por el aumento de la inflación, también es el resultado de las acciones del propio gobierno. De hecho, luego de casi tres años y medio: ¿dónde está el plan económico?, ¿realmente es una prioridad solucionar el problema económico?, ¿tienen la capacidad para hacerlo?, ¿cuáles son las prioridades económicas del país?, ¿cómo se está generando mayor valor agregado?, ¿cuánto se ha avanzado en desarrollo, innovación e investigación?, ¿se han mejorado los factores estructurales que atraen inversión como el respeto al Estado de derecho, la lucha contra la corrupción o la calidad educativa?, ¿se ha siquiera intentando cambiar el modelo económico?
 
Es muy categórico que para la propia población la implementación del bitcóin en el país ha sido un fracaso y además está en contra de que se sigan utilizando recursos públicos para ello (que por cierto sigue sin saberse cuánto dinero se ha malgastado en esa “gran apuesta”).
 
La introducción del bitcóin en el país, puede ilustrar como desde el gobierno querían hacerle creer a la gente que sus problemas económicos se podían resolver, invirtiendo el dinero que no tienen y esperando que de un día para otro se hicieran ricos: sin esfuerzos, sin planificación, sin hacer las cosas bien. La realidad se ha impuesto y quienes lo hicieron lo único que han tenido son pérdidas.
 
Estos datos de las encuestas además son muy coherentes con el hecho de que El Salvador sería el país que menos crecería en Centroamérica. Y por cierto la situación económica no es peor, gracias a las remesas. Que, si bien es cierto que desde hace muchos años son uno de los sostenes de la economía, en los últimos años ha ido aumentando su dependencia.
 
Además, la situación financiera en la que se ha metido el propio gobierno ha provocado que ellos mismos decidan recortar la inversión pública y los programas sociales, dos factores que en un contexto como el que atraviesa el país lejos de reducirse se deberían estar aumentando.
 
En medio de tanto ruido, odios y mentiras de lo que menos se habla es de los problemas que afectan a las personas y cuáles pueden ser sus soluciones. Desde el gobierno se quiere hacer creer que lo que se tiene actualmente es lo más que puede aspirar la sociedad. Pero eso no es cierto.
 
Por eso, al ser el tema económico el principal problema que siente la población es cuando más se debe discutirlo en los diversos espacios públicos y privados. Un instrumento clave es el presupuesto público y considerando que para 2023 la situación económica puede ser mucho peor es fundamental que la discusión no solo dé entre la bancada oficialista en la Asamblea Legislativa y personeros del gobierno aplaudiéndose por los “buenos que son”. Sino que la discusión y debate se debe dar con los diversos actores de la sociedad salvadoreña para determinar si en realidad, tal cómo se ha presentado permite darle respuestas a la población.
 
Al final del día, la propaganda no sirve para garantizar la comida en cada hogar o a un empleo digno. Y por si alguien tenía dudas de cuál es la clave del futuro del país: ¡es la economía!
 
 
Ricardo Castaneda Ancheta // Economista sénior / @Recasta
 
Esta columna fue publicada originalmente en El Mundo, disponible aquí.