

¿Asilo a la corrupción?
El periodista Mauricio Funes siempre denunció en sus espacios de entrevistas cómo la corrupción era un lastre para la sociedad salvadoreña. El candidato presidencial Mauricio Funes prometió que esta vez sería diferente y que lucharía para que los corruptos fueran a parar a la cárcel. El presidente Mauricio Funes investigó y denunció más de 300 casos de corrupción, de los cuales más de un centenar llegaron a la fiscalía; siendo el más emblemático el caso del expresidente Francisco Flores. El expresidente Mauricio Funes es acusado por casos de corrupción; la fiscalía lo investiga por peculado (desvío de fondos públicos), enriquecimiento ilícito, malversación, negociaciones ilícitas y tráfico de influencias. Él dice que es una persecución política, ahora es asilado en Nicaragua.
Está claro que el expresidente Funes todavía no ha sido derrotado en tribunales. Pero una acusación de corrupción no se enfrenta con asilo político, se hace dando la cara y brindando explicaciones, sobre todo a quienes creyeron en él, en quienes confiaron que era parte del cambio, y que, ese cambio empezaba por actuar con probidad. No obstante, pareciera que el expresidente se terminó convirtiendo en todo lo que criticó.
Pero lo que más me asombra ante todo esto son las declaraciones de los altos dirigentes del FMLN, especialmente las de su secretario general, Medardo González, «Nosotros le dijimos, Mauricio, no es conveniente que te vengas (a El Salvador) en este momento, te pueden capturar, condenar políticamente y humillar». Esto es una muestra inequívoca que hoy en día encontrar las diferencias entre las declaraciones del FMLN y Arena, pasan por el nombre y el color de bandera, pues ambos actúan de la misma manera ante señalamientos: decir que los corruptos son los otros y que ellos son solo perseguidos políticos, sino vea las declaraciones de Jorge Velado, aún presidente de Arena «Funes no es perseguido político, pero es el causante que Flores sí lo fuera». Los partidos viven en un narcisismo espeluznante y en una idílica ausencia de autocrítica.
La fiscalía debe jugar un rol trascendental para investigar todos los casos de corrupción desde la era democrática –les recomiendo que revisen todas las privatizaciones- para develar cómo, hasta ahora, el Estado ha sido prostituido para que grupos de delincuentes de cuello blanco hayan amasado fortunas en detrimento del Estado.
Este es un momento para que el FMLN evalué y decida si quiere seguir actuando como cuando Arena estuvo en el Gobierno, o por el contrario se convierte en el primer auditor del quehacer con los recursos públicos. La corrupción no se tolera, la corrupción se combate; sobre todo un partido cuyos cimientos se basaban en la lucha contra este cáncer social. ¿O tan fácil es cambiar tus ideales cuando estás en el poder? El Frente debería ser el primer interesado en que se esclarezca esta situación y que en el caso de que Funes sea culpable, exigir que le caiga todo el peso de la ley.
Ante la corrupción no se puede ser condescendiente, se debe ser contundente. En un momento en que estamos en medio de una crisis fiscal profunda, el Gobierno tiene en su partido político el principal talón de Aquiles. Pues la ciudadanía necesita certeza de probidad y lucha contra la corrupción y un partido político que sigue sin revelar a sus financistas y que da este tipo de consejos a personas acusadas de corrupción se convierte en un obstáculo para la legitimidad del Gobierno actual.
Por todo esto es que cuando se habla de política fiscal, tan importante son los ingresos y gastos públicos como la transparencia. Por ello, el acuerdo fiscal que El Salvador requiere, no se debe dejar que Arena y al FMLN lo discutan en la opacidad, como pareciera que es donde les gusta actuar, porque dentro de este acuerdo debe haber un apartado fundamental sobre probidad y rendición de cuentas; el antídoto perfecto para evitar el asilo de la corrupción.