

Acuerdo fiscal integral versus la pobreza crónica y transitoria
Recientemente el Global Development Institute de la Universidad de Manchester publicó el documento What are the determinants of chronic and transient poverty in El Salvador? (¿Cuáles son los determinantes de la pobreza crónica y transitoria en El Salvador?) del cual soy autor. Esta investigación buscaba conocer las características socio-económicas que determinan que un hogar se encuentre en situación de pobreza crónica o en pobreza transitoria.
Para clarificar estos términos pensemos en un hogar que visitamos una vez en 2009 y luego otra vez en 2010. Si los ingresos del hogar se encuentran por debajo de la línea de pobreza en 2009 y en 2010, diremos que este hogar se encuentra en pobreza crónica. Si los ingresos del hogar están por debajo de la línea de pobreza en 2009, pero en 2010 sus ingresos son mayores a esta línea –o viceversa– diremos que está en situación de pobreza transitoria. Si tanto en 2009 como en 2010 los ingresos del hogar se encuentran por encima de la línea de pobreza diremos que el hogar es no pobre. Con base en estas definiciones, el estudio utiliza dos metodologías econométricas para determinar cómo ciertas características del hogar incrementan o disminuyen la probabilidad de afrontar ambos tipos de pobreza.
Entre los principales resultados de esta investigación se encuentran cuatro. Primero, los hogares con mayor proporción de miembros menores de 16 años tienen mayores probabilidades de encontrarse en situación de pobreza crónica. Segundo, los hogares que reciben transferencias monetarias del gobierno tienen mayores probabilidades de ser pobres crónicos o transitorios –esto puede estar relacionado al monto de la transferencia monetaria de Comunidades Solidarias (CS), la cual representó apenas un 5.9% de la línea de pobreza urbana y 8.4% de la línea de pobreza rural en 2010–. Tercero, los hogares que tienen una escaza o nula posesión de activos –físicos y financieros– tienen mayores probabilidades de encontrarse en pobreza crónica; Finalmente, hogares con miembros con mayor escolaridad tienen menos probabilidades de sufrir de pobreza crónica o transitoria.
Estos resultados apuntan al diseño un sistema de protección social robusto que asista a los hogares que experimentan mayores privaciones y que al mismo tiempo tienen pocas o nulas probabilidades de escapar de la pobreza. En particular, este sistema debería considerar, entre otros, los siguientes aspectos:
1) A diferencia de CS, este sistema debería de entregar transferencias monetarias según el número de menores presentes en el hogar.
2) Este sistema debería tener como objetivo ampliar la cobertura e incrementar el monto de la transferencia que actualmente otorgan CS y la Pensión Básica Universal (PBU). Por el momento, la cobertura y el monto de la transferencia de CS están lejos de ser los óptimos para que en el corto plazo los hogares con más privaciones acumulen activos y tengan las posibilidades de implementar estrategias productivas que les permitan generar más ingresos, al tiempo que invierten más en educación y salud de sus miembros.
3) Para atajar la pobreza transitoria, el sistema debería contener un mecanismo de emergencia para apoyar el ingreso de aquellos hogares vulnerables a caer en pobreza ante la ocurrencia de algún riesgo –como un desastre natural o la pérdida de algún miembro del hogar-.
4) El sistema debería incluir componentes como la Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno –iniciativa que mantiene a los niños y niñas más tiempo en la escuela a través de actividades educativas complementarias– que ayuden, en conjunto con las condicionalidades, a retener en la escuela a miembros de hogares en pobreza crónica y pobreza transitoria.
En la implementación de un sistema con estas características, un acuerdo fiscal integral es necesario. Un acuerdo que genere mayores ingresos al sector público puede generar los recursos requeridos para la implementación de un sistema de protección social con amplia cobertura. Por otra parte, un acuerdo que haga más eficiente y transparente el uso de los recursos públicos puede asegurar el éxito de un sistema de este tipo, rompiendo las cadenas presentes y futuras de la pobreza en El Salvador.
Esta columna fue publicada originalmente el 22 de junio en diario El Mundo de El Salvador