
austeridad

Los elementos anteriores son una señal inequívoca de que la situación fiscal continua siendo crítica e insostenible.
En ocasiones anteriores he señalado que la política fiscal es el instrumento con el que cuenta un gobierno para reducir la desigualdad y erradicar la pobreza, para ello pueden hacer uso de impuestos progresivos, así como del gasto público social en áreas como salud y educación.

En las últimas dos semanas, se han venido desarrollando en El Salvador acontecimientos que han puesto el tema fiscal en el centro de las discusiones, tanto del gobierno como de los sectores políticos y grupos de opinión. Hablo del Acuerdo para la Sostenibilidad Fiscal y el Desarrollo Económico, firmado entre el Gobierno y los principales partidos políticos, acompañado de la Ley de Responsabilidad Fiscal.

No me refiero a la aritmética de A. Baldor, aquel libro con la portada de los hombres de la edad de piedra, aunque mucho estos hombres podrán parecerse a nuestro políticos, más bien me refiero a la perversidad detrás de los ajustes fiscales aritméticos contenidos dentro del “Acuerdo para solventar la liquidez urgente del Gobierno de El Salvador” presentado recientemente por el partido Arena.

Aún puede ser muy temprano para que aparezca la palabra austeridad dentro de la discusión nacional. Sin embargo, dada la fragilidad de las finanzas públicas, no será de extrañarnos que algunos traigan este término a colación. Pero antes de que esto suceda, debemos de conocer y comprender cuáles son las raíces que originaron la austeridad; y también las razones por las que esta es una idea de la que no debemos ni hablar.