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Lo fiscal: una herramienta para el desarrollo

Ha llegado el momento de poner en perspectiva el actual modelo de desarrollo de la región. El Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), con motivo de su décimo aniversario, y con el apoyo de la Red de Justicia Fiscal de América Latina y el Caribe (RJFALC), realizarán el encuentro internacional «Tendencias en la construcción de una política fiscal para el desarrollo». El cual tendrá dentro de sus objetivos, el recalcar la importancia de la democracia y de un nuevo equilibrio entre el mercado y el Estado.

La crisis financiera iniciada en septiembre de 2008, sigue mostrando secuelas. Más recientemente estamos observando como el colapso financiero de China, está iniciando una nueva caída en los mercados internacionales. Por tanto, debemos cuestionarnos sobre el actual modelo de desarrollo económico. ¿Es este viable para nuestra sociedad, a pesar de todas desigualdades e incertidumbres que genera?

Durante los últimos años hemos visto como se ha reducido la capacidad de los Estados para enfrentar los desafíos de la transformación productiva, la sostenibilidad ambiental, la construcción de la equidad y la mejor distribución de la riqueza. Esta crítica situación, se manifiesta aún más en los países donde se han develado casos de desfalco al Estado, corrupción y cooptación de las instituciones.

La región y sobre todo El Salvador, han sido el laboratorio de prueba (o patio de juegos) de las instituciones financieras internacionales acompañadas por élites económicas rancias y antidemocráticas; en donde hemos aplicado todas las fórmulas mágicas que prometían elevarnos a la sobrevalorada situación de país desarrollado. Liberalización del comercio, privatizaciones y dolarización por mencionar algunas de las acciones que han dejado al país con las manos atadas para responder a los choques externos o aliviar nuestra pesimista situación interna.

Sin embargo, se debe reconocer que cada vez, con mayor frecuencia, aparecen en la discusión pública, intelectuales, políticos, empresarios y líderes sociales que propugnan nuevas formas de relacionamiento político y económico en las que el ser humano retome su papel como fin supremo de la civilización actual. Estas voces están marcando nuevas tendencias, puntos de vista que refrescan el conocimiento y la reflexión, entre otros, sobre las libertades, el mercado y la competitividad, la responsabilidad compartida sobre la construcción de lo colectivo y la necesidad de garantizar una agenda para el bienestar universal, es decir, al alcance de todos.

Estos elementos permiten enfocar el debate hacia el rol de los Estados como promotores del bien común, potenciadores del crecimiento económico y reguladores de las indómitas fuerzas del mercado, cualidades que se precisan, en buena medida, por medio de la política fiscal. No podría plantearse un mundo diferente ―más humano, más próspero y sostenible―, sin un nuevo pacto social que base sus cimientos en paradigmas más justos sobre los impuestos, el gasto público, la transparencia y la rendición de cuentas.

En El Salvador nos encontramos en una situación donde los cambios ya no son una opción sino una necesidad inmediata. Pero mientras tanto, la dinámica gubernamental hasta la fecha, se ha focalizado en la definición de instancias de discusión para fortalecer la cohesión e integración social; sin embargo, las mismas conllevan una demora en la toma de decisiones ejecutivas necesarias para alcanzar el bienestar social y la sanidad fiscal, por lo que producen la percepción que se han realizado pocos cambios sustanciales para modificar la situación actual.

No obstante y dada la complejidad de los desafíos fiscales, se considera que resolverlos rebasa las posibilidades que el gobierno dispone para lograr resultados tangibles en el corto plazo. Por ello, se plantea como impostergable la necesidad de que el gobierno lidere un diálogo político y social que desemboque en la concreción de un acuerdo nacional que permita convertir la política fiscal en un instrumento para sustentar un nuevo contrato social.

Esta columna fue originalmente publicada el 28 de agosto en el diario El Mundo de El Salvador.