sociedad
El caso de El Salvador presenta una situación política excepcional. Aquí, presenciamos una forma singular de consolidación de la autocracia que, sorprendentemente, se percibe como “cool”. A pesar de las pruebas concretas que indican una deficiente gestión gubernamental y la falta de respeto por los derechos ciudadanos, este régimen sigue recibiendo apoyo.
El presupuesto debe atender nuestras necesidades y derechos, no los intereses particulares de nuestros gobernantes. Como ciudadanía tenemos derecho a opinar, participar y exigir transparencia en las decisiones que definen cuántos impuestos se van a recaudar y quiénes los pagarán.
El próximo gobierno de Guatemala debe corregir el rumbo y dejar atrás la desidia con la que las autoridades salientes han abordado las problemáticas de la juventud, lo cual ha tenido efectos irreparables en este grupo poblacional y en la sociedad.
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Además, los datos no mienten, el número de pobres extremos ha aumentado, la cantidad de personas que padecen hambre también y El Salvador es el país que menos crece en toda la región centroamericana.
Una publicación reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), desde la experiencia acumulada de sus Accelerator Labs en doce países de América Latina y teniendo como objetivo contribuir a lograr las metas de los ODS, invita a repensar cómo los mecanismos de participación existentes pueden funcionar mejor para recopilar y proyectar las voces de la ciudadanía de manera más efectiva.
¿Se imagina que maten a alguien por leer un libro en particular o escuchar alguna canción especifica?
La migración ha constituido una válvula de escape a los múltiples problemas internos del país. Este comportamiento se exacerbó inicialmente durante la fase más violenta del conflicto armado interno que generó un flujo de guatemaltecos refugiados desde finales de los años setenta y durante los ochenta.