Las niñas guatemaltecas y los cuidados
Con mejores políticas públicas se puede lograr que, desde temprana edad, las niñas puedan desarrollarse, soñar y construir su proyecto de vida basado en el bienestar, la libertad de escoger su camino y la igualdad.
En el Marco de la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe y bajo un amplio proceso participativo y encuentros de discusión, se han reafirmado compromisos y acuerdos de diferentes colectivos, organizaciones, autoridades de gobierno, a favor de la recuperación sostenible de la igualdad de género para transitar hacia la sociedad de cuidado.
Bajo esta oportunidad histórica que permite visibilizar y colocar a los trabajos de cuidados en las agendas políticas de los Estados, resulta justo también, visibilizar específicamente a un segmento que algunas veces queda fuera de las cifras y las discusiones, como es el caso de las niñas. Desde sus primeras infancias se les sobrecarga con tareas de cuidado, resultado de esto que a las mismas se les obliga a sacrificar su educación, su autonomía y desarrollo integral en esta valiosa etapa de la vida. Son ellas, niñas hermanas, niñas hijas, niñas nietas, niñas sobrinas, a quienes se les otorgan responsabilidades adultas de atender a sus hermanos, padres, abuelos y al resto de integrantes de las familias. Desde edades muy tempranas, lo común es que ella “se prepare” para cuando sea esposa o madre. De colocarse después del resto, de atender antes de atenderse, de cuidar la vida de otros incluso antes que ellas conozcan cómo cuidar de sí mismas.
En aspectos tan cotidianos y normalizados en nuestras sociedades, que ocurren desde el nacimiento; algunos de los primeros juguetes para las niñas son “muñequitas y muñequitos”, “imitaciones de otros bebés”, “trastecitos de cocina”, con esto les estamos preparando desde los inicios de su vida a que cuiden. Situación distinta con los niños; son otro tipo de juguetes, “carritos”, “aviones”, “robots”, etc. pareciera que a ellos les estamos entregando un panorama más amplio, con distintas posibilidades, fuera del hogar y fuera de responsabilidades hacia otras y otros.
Aunque se tiene en cuenta que el que niños y niñas realicen actividades de cuidados y quehaceres dentro de sus hogares es importante para su desarrollo e integración familiar, social y para prepararse para formar su independencia como seres humanos, cuando estas cargas son excesivas y les imposibilita en su educación y formación, hay un problema que atender. En Guatemala, las niñas asumen mayor carga de trabajo en los hogares que los niños, según la Encuesta de Empleo e Ingresos Enei 2-2018, las niñas y adolescentes entre 12 y 17 años ocupan en promedio 10 horas a la semana en el cuidado de otros niños y niñas —un 37.4% más que los niños y los adolescentes— para cocinar en promedio ocupan 9.2 horas a la semana, 106.5% más tiempo que los niños y adolescentes de esas edades. Para limpiar el hogar ocupan 8.2 horas semanales, 62.5% de más tiempo semanal que los niños o los adolescentes de las mismas edades, todas diferencias desproporcionadas y que marcan brechas que se mantendrán e incrementarán a lo largo de sus vidas, además de ser jornadas de trabajo semanales muy largas considerando su edad.
Estos patrones de cuidados asignados desde la primera infancia han transformado la vida de las niñas en la sociedad guatemalteca y se constituyen en riesgos para el abandono escolar y la reducida participación de las mujeres en espacios públicos, entre otros fenómenos. En 2018, el XII Censo de Población y VII de Vivienda, resaltó que existía un 35.0% de niñas y adolescentes entre edades de 12 y 17 años que no asistían a una institución educativa. Entre las 5 razones principales figuraban: la falta de dinero, el que no le gusta o no quiere ir, tiene que trabajar, porque se casó o se unió o por quehaceres del hogar. Aun así, este promedio nacional queda lejos de representar los territorios y a los distintos pueblos, en niñas adolescentes rurales el porcentaje aumenta a 46.5% y sube a 52.3% si son niñas adolescentes mayas rurales. Sin embargo, es posible asegurar que estas cifras pueden ser aún más críticas si llevamos el dato específicamente a algunos territorios.
Por parte del Estado guatemalteco, pese a que su obligación es el garantizar la supervivencia, seguridad, igualdad y desarrollo integral de niños y las niñas para lograr su desarrollo físico, mental, social y espiritual, pareciera que al momento de materializar y ejercer estas leyes y mandatos su acción es insuficiente. Según el Observatorio de la inversión pública en niñez y adolescencia (IPNA)[1] la administración pública, en 2022, invertirá en promedio Q11.35 diarios por niño, niña o adolescente (no es posible medir entre inversión en niñas y niños), sin embargo al ser un dato macro, podemos asegurar también que no representa el gasto público en niñez y adolescencia en todas las áreas geográficas y pueblos del país. Y aunque fuese distribuido por igual entre todas las niñas y niños evidentemente es insuficiente para atender con éxito e integralmente problemas tan estructurales como lo es la sobrecarga de trabajo de las niñas en los hogares.
Es indispensable entonces, junto con hacer cumplir con los compromisos, tratados y la legislación, el destinar mayores recursos financieros a través de presupuestos públicos integrales, que permitan poner en marcha herramientas de protección principalmente a las niñas, que les garantice y facilite el acceder a la educación, a la salud, a los espacios de recreación y participación, que permita romper con las dinámicas de las familias y con los actuales sistemas que reproducen las desigualdades. Con mejores políticas públicas se puede lograr que, desde temprana edad, las niñas puedan desarrollarse, soñar y construir su proyecto de vida basado en el bienestar, la libertad de escoger su camino y la igualdad.
Sucely Donis Bran // Economista investigadora / @SucelyDonisB
Esta columna fue publicada originalmente en Plaza Pública, disponible aquí.
[1] Del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) y Save the Children, disponible en línea en: https://icefi.org/ipna/