Es tiempo de reflexión para los Estados centroamericanos
A seis años de la adopción de la Agenda 2030, y a nueve años para presentar resultados, ya se pueden trazar no solo los primeros balances sino que las primeras lecciones aprendidas y los retos pendientes.
Al cierre de 2021 es importante reflexionar sobre las nuevas oportunidades y nuevos tiempos que depara a Centroamérica el 2022 y para los próximos años, y sobre cuáles son las grandes posibilidades que las actuales condiciones les permiten alcanzar a cada uno de sus habitantes. Conjuntamente con las cifras de crecimiento económico y más allá del comportamiento de las otras variables macroeconómicas es transcendental analizar cómo estamos y para dónde vamos.
Por ello, es bueno hacer mención sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que ya forman parte de la historia y el trayecto conjunto de los países, adoptados en 2015, para ser alcanzados y abordados de manera integral. Con la firma de la global Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los Estados centroamericanos se comprometieron a trabajar en medidas de acción pública para poner fin a problemas económicos, políticos, ambientales, sociales y otros urgentes, convirtiéndola en la agenda internacional de mayor extensión, e indispensable para sostener el bienestar de la vida en el corto, mediano y largo plazo. Sin embargo, a seis años de la adopción de la Agenda 2030, y a nueve años para presentar resultados, ya se pueden trazar no solo los primeros balances sino que las primeras lecciones aprendidas y los retos pendientes.
Al respecto, el pasado 10 de diciembre, el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) presentó el III Informe Centroamericano de Política Fiscal que incluye una propuesta fiscal para encaminar a Centroamérica por la ruta del desarrollo y la democracia. Este documento permite hacer esa reflexión, reconociendo en primera instancia que, dadas las condiciones políticas y fiscales actuales y el período tan corto para su implementación (2022-2030), es imposible alcanzar en los Estados de la región todos los ODS. Sin embargo, también reconoce que aún se puede iniciar y avanzar con la edificación de mejores sociedades, más desarrolladas, más productivas, más inclusivas y más igualitarias, que permitan alcanzar un conjunto de resultados que potencien el bienestar social, la protección del ambiente y una mayor productividad.
Para ello, y si bien es importante la revisión del documento a profundidad y bajo el ojo crítico, se pueden resaltar aspectos significativos y puntuales a los que da razón y respuesta; tales como el eliminar la pobreza, lograr la cobertura universal de educación, avanzar sobre la cobertura universal de salud, mejorar la infraestructura para el desarrollo, transparencia, rendición de cuentas, participación ciudadana, una política fiscal que contribuya a la sostenibilidad ambiental, la igualdad de género. El trabajo también reflexiona y propone cómo crear espacios fiscales para el financiamiento del desarrollo, así como la suficiencia y sostenibilidad fiscal en la región.
Conjuntamente, hace énfasis en que para alcanzar estas metas se deben hacer esfuerzos políticos que deben ser liderados por los gobiernos de turno en la búsqueda de cumplir sus mandatos constitucionales de construir el bien común con visión de Estado y de largo plazo; que dependerán de la creación de infraestructura física y social por parte de los Estados, así como condiciones de mercado sólidas y competitivas que permitan a los habitantes alcanzar un nivel de vida digno; labor que solo puede hacerse de manera exitosa en la medida en que esté acompañada de resultados concretos y de un amplio y maduro diálogo social en favor de objetivos colectivos.
Algo que ha sido complejo de responder, ¿cuánto cuesta? Y ¿cómo movilizar los recursos financieros necesarios para su cumplimiento? Para ser objetivos y consistentes con la realidad, los recursos disponibles no pueden cumplir con estas demandas, al final, conjuntamente al tratar el tema de lo que hay que hacer, hay que hablar de las herramientas y medios que harán posible este sueño. En ese sentido, el estudio también envía un contundente mensaje sobre la necesidad de mejora en la eficiencia del cobro de los tributos actuales y la armonización de estructuras tributarias de cada país, con miras a avanzar efectivamente hacia la integración de Centroamérica, en conjunto con la eliminación de los gastos tributarios que no tengan resultados positivos y el combate a los flujos ilícitos de capital principalmente y sobre cómo estos pueden dotar a los Estados de suficientes recursos para cumplir esta agenda de desarrollo y democracia.
Las posibilidades son muchas, negar o subestimar la realidad nos hace, en este caso, parte del problema. La realidad también nos supera y aunque es cruda en varios indicadores y, en muchos casos, el grado de avance es aún incipiente, la lectura de este III Informe centroamericano nos demuestra que también existe esperanza, que hay opciones para medir y cuantificar el ¿cómo estamos? y el ¿para dónde vamos? También nos dice ¿cómo podemos corregirlo y lograrlo? En síntesis, aún es posible hablar con optimismo sobre el futuro de Centroamérica y los centroamericanos, pues otra Centroamérica es posible, una más humana, más democrática y orientada al bienestar. A unos días de cerrar el año invito a formar parte de este gran proyecto, primero entendiendo estas dimensiones y luego exigiendo su cumplimiento. Nuestra generación y las generaciones futuras lo merecemos.
Sucely Donis Bran // Economista investigadora
Esta columna fue publicada originalmente en Gato Encerrado, disponible aquí.