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¿Cómo garantizar el acceso universal a la energía?

La energía es un elemento presente en nuestras actividades cotidianas. La necesitamos para cocinar nuestros alimentos, para utilizar la computadora o el teléfono en el trabajo, para iluminar nuestra casa por la noche o para compartir una película en familia. Estamos tan acostumbrados a contar con acceso a la energía en la cotidianeidad que damos por descontado su presencia en nuestro bienestar.

La importancia de la energía es reconocida por la agenda de desarrollo internacional, la Iniciativa de Energía Sostenible para Todos (See4all), el Objetivo 7 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París y otros instrumentos, que buscan promover el acceso  universal a energía asequible, confiable, sostenible y moderna como elemento fundamental para luchar contra la pobreza y el cambio climático.

En las últimas décadas El Salvador logró avances sustanciales en acceso a la energía. Para 2014 la tasa de electrificación alcanzó el 94%, superior al promedio mundial (84%) y Centroamericano (90%). Sin embargo, aún hay cerca de 400 mil personas salvadoreñas sin acceso a energía, y a medida que el país recorre la última milla y se acerca a la meta del 100%, los desafíos se vuelven más grandes, porque las personas sin acceso a electricidad se encuentran en áreas rurales, retiradas, de difícil acceso y a quienes el mercado es incapaz de llevar energía.

En este contexto es necesario apostar por sistemas energéticos descentralizados que produzcan energía dentro o cerca de las comunidades, sin necesidad de estar conectados a la red de distribución nacional. Por otro lado, considerando que de acuerdo al Índice de Riesgo Climático, elaborado por el German Watch, somos el décimo cuarto país más vulnerable del mundo frente al cambio climático, estos sistemas además de garantizar el acceso a la energía, deben procurar basarse en energías renovables y contribuir a la mitigación del cambio climático.

Sin embargo, la meta de llevar energía sostenible a todas las personas enfrenta un gran reto que superar: el financiamiento. Un reciente estudio publicado por Icefi e Hivos, analiza la relación del financiamiento climático y la descentralización energética en Centroamérica. Los hallazgos muestran que a pesar de que el tema energético tiene un papel central en la agenda de desarrollo internacional, esto no se ha traducido en una mayor cantidad de recursos para su financiamiento. Entre 2003 y 2016, los grandes fondos internacionales destinados a financiar la lucha contra el cambio climático aprobaron USD17,352.0 millones. De ese total Centroamérica apenas recibió USD211.5 millones, a pesar de ser una región altamente vulnerable al cambio climático.

Por su parte, El Salvador recibió solo el 0.2% (USD32.6 millones) del financiamiento climático total, y cerca del 70% (USD22.7 millones) se destinó a acciones en el sector energético. No obstante, nada de estos recursos se utilizó para financiar acciones o proyectos que permitieran garantizar el acceso a la energía de las personas más pobres y sus comunidades.

Ante este panorama, en el que la agenda internacional no se ha traducido en flujos de financiamiento climático internacional significativos para el país, el estudio recomienda retomar las reflexiones contenidas en la Agenda de acción de Addis Abeba y el Objetivo de Desarrollo Sostenible 17, que exhortan a los países a fortalecer la movilización de recursos propios para cumplir los compromisos asumidos por los Estados en el marco de la Agenda 2030. En otras palabras, los países deben comenzar a hacer su propia tarea, ya que los recursos para cumplir con los compromisos no serán un regalo caído del cielo.

Una mayor movilización de recursos internos requerirá que El Salvador logre encontrar una solución a su grave crisis fiscal. Pues si se continúa con la lógica de aplicar medidas tan contrarias al desarrollo como recortes en el gasto social en salud y educación o la aprobación de amnistías fiscales injustificadas, será imposible cumplir con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus 169 metas, incluyendo asegurarle a esos 400 mil salvadoreños y salvadoreñas el acceso a la energía, tal como usted y yo ahora la tenemos. 

Esta columna fue publicada originalmente el 15 de junio en el diario El Mundo de El Salvador