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- Lee el comunicado de prensa
La magnitud de la pobreza es algo que supera lo que de manera individual o particular se pueda hacer.
Promover que el Estado invierta en la ciencia, es apostar en grande al desarrollo. La necesidad de nuestros países por desarrollar su agroindustria, sus manufacturas, su infraestructura vial, la urbanización y planificación territorial, su transporte público, sus áreas de recreación y culturales, entre otras intervenciones, son cuestiones que se pueden lograr con el respaldo de las ciencias y tecnologías.
La respuesta ante los desafíos de la administración pública no es desecharla y mucho menos sustituirla por lo privado, que pareciera ser la única alternativa, sino trabajar por fortalecerla.
Pareciera que aunque el discurso público presenta, con bombo y platillo, un trabajo incansable por resolver los mayores problemas de la ciudadanía, detrás de ello se está dando un continuo debilitamiento de los controles sobre los procesos de compras y contrataciones del sector público, lo que sumado al debilitamiento sistemático de la transparencia y rendición de cuentas, allana el camino para que nuevamente la crisis se convierta en prosperidad para unos cuantos.
El coste de oportunidad de esas decisiones no solo lo constituye el dinero que se puede perder en potenciales actos de corrupción, sino también en todos aquellos derechos de los y las salvadoreñas que no se cumplirán por la falta de recursos públicos: salud, educación, empleo, recreación, vivienda y todos aquellos que se le siguen negando a las personas.